viernes, 5 de marzo de 2010

Piola Vago


El Piola Barrioparquense se pasó con otro de sus ya acostumbrados "pensamientos", esta semana, para referirse al pago de la deuda externa con reservas y la monetización, digamos, de los excedentes expropiados, con plena justicia, al complejo granero.
A la domanda de la Presidenta a la oposición sobre cómo sostendrían ellos el nivel de inversión pública, de infraestructura y social, restando del presupuesto los recursos equivalentes a los pagos financieros, el Garca ensayó una de sus monumentales:
-La deuda se paga con superávit! - afirmó haciendo gala de una gran conocimiento de la ecuación macroeconómica.
Naturalmente esto puede ser así. Pero lo que aquí se discute es la necesidad, primero, de mantener el gasto público para enfrentar cualquier contingencia que los animales que manejan el capitalismo mundial pudieran provocar. O mejor, cuál es la manera de defenderse del capitalismo de mierda este, que ya vemos los terribles desastres que acarrea.
El aumento del gasto público es el mecanismo, a esta altura trivialmente reconocido, para sostener la actividad y el empleo.
Naturalemente hay un problema de inflación, sí, determinado en la naturaleza misma del modelo de matriz productiva diversificada, más o menos, kirchnerista, con tipo de cambio alto.
Paradójicamente, en términos de crecimiento, es posible que la Argentina tenga, desde finales de 2007, su problema en el atraso relativo del tipo de cambio real, con respecto al pico de 2003. El hecho coincide con las demandas devaluatorias del lobbie multinacional exportador (ARCOR, Techint, por caso), que se comporta según el manual oligopólico estricto.
La desición de no devaluar ante la espiral de precios operó como protección de los ingresos fijos reales, que hubieran vuelto a perder.
El proceso indexatorio, por ejemplo, es la galería en la que desfiló destacadamente el complejo sojero, en oportunidad de ver amenazada parte de su rentabilidad por "la 125". La captura por parte del Estado de esos recursos hubiera servido para morigerar el deterioro del tipo de cambio real.
Las condiciones favorables "para la oferta" que determinó el primer cuatrienio kirchnerista produjeron altas rentabilidades por unidad de producto, garantizadas por bajos salarios reales en el contexto del dólar alto. Cuando el costo salarial por unidad alcanzó el 80% del nivel anterior al 2001, el establishment puso freno, acelerando la inflación.
Si bien la posterior apreciación del real con respecto al dólar y al euro retrajo algo del atraso, el proceso de caducidad del verde obliga a diversificar la política de reservas, sabiendo que la tensión del modelo, su capacidad de acumulación de capacidad productiva, no puede ser permanentemente resuelta por la política de ingresos sociales, que ponen justicia en materia distributiva, pero que desde el punto de vista productivo son de dudosa sustentabilidad.

1 comentario:

Bubulina dijo...

Piola, vago y muy sorete. LA CARA LO DELATA