domingo, 13 de diciembre de 2009

Dónde buscarla


En su columna de P12 de hoy, gran Alfredo Zaiat pone en su justo lugar las consecuencias "cerrar el INDEC" por dos años.
El propio Gobierno Nacional quedó sin soporte para hacer públicas las informaciones sobre las mejoras en el ingreso de las mayorías, en el período 2003 - 2009, que sus propias políticas hicieron posible. Este bache en el relato del proceso es muy severo, y sus consecuencias simbólicas son graves.
El ahorro en el pago de intereses de los bonos ajustados por inflación, un clásico en la justificación de la intervención, en una atroz cuenta de almacenero no compensa los claros perjucios para la clase trabajadora que tuvo esta táctica, como podemos ver en este viejo documento de CENDA.
Haber escondido la espiral indexatoria oligopólica desde principios de 2007 se encuentra en la base de la pérdida de consideración pública del Gobierno; pérdida de consideración que no se condice los resultados positivos de muchas medidas inimaginables hace pocos años. Medidas reparadoras y restituyentes de derechos esenciales, medidas que volvieron a situar al Estado en "un lugar". Con sus límites, obviamente.
En el tratamiento del problema distributivo, el Gobierno Nacional ha desarrollado una coherencia extraordinaria. Hay que decirlo: no legisló una sola política que coadyuve a empeorar la distribución.
Si lo vemos desde la insulsa óptica de las Cuentas Nacionales, el problema distributivo se atiende en dos niveles, por medio de artificios analíticos que se usan para descomponer la realidad.
En el marco de la "distribución primaria del ingreso", por medio de la firme estrategia macroeconómica de dólar alto, se sostiene una dinámica de recuperación de puestos de trabajo, apenas lesionada por esta crísis cíclica del capitalismo timbero
En términos de la distribución secundaria, la que se hace efectiva por medio del pasamanos de dinero que hace Estado - planes sociales, jubilaciones y otros - las políticas de este Gobierno han sido revolucionarias, en el contexto epocal.
La extensión de las jubilaciones (aún con el achatamiento de la pirámide de ingresos de los jubilados) y la reciente extensión de las asignaciones familiares a todos los trabajadores, independientemente de su condición de formalidad, son los dos hitos de esta estrategia.
Pero como la distribución no constituye una esfera autárquica, sino que en definitiva, responde a la esfera productiva, tarde o temprano, los límites de esta estrategia del Gobierno se van haciendo patentes.
Por una parte hay una clara incapacidad del Gobierno para disciplinar a los formadores de precios. El criterio de Polémico Moreno no merece mayor discución: "concentremos los sectores, porque si son menos es más fácil controlarlos". Naaaaaaaa...un espanto. Cabe señalar que no existe control del tipo de cambio sin control de precios, son una yunta. Y esta política de precios, en la que el INDEC fue una pieza clave, ya vemos como fracasó. Es la galería por la que desfila la indexación recomponedora de rentas oligopólicas, es el sustrato del deterioro político del kirchnerismo, en los centros urbanos, fundamentalmente.
Las amenazas di Rattazzi Agneli anticipan que esta dinámica perversa sigue en la cabecita de las patronales nacionales.
El reduccionismo con el que el Gobierno Nacional asume el problema es palmario. Sus actitudes "de medio camino" frente a los emblemáticos conflictos de Subtes y Kraft, y frente a los conflictos relacionados con la libertad sindical son una manifestación de esta incompleta política de ingresos. Si no se atacan las bases materiales de las empresas formadoras de precios, multinacionales muchas de ellas, no hay solución de continuidad para mejorar la distribución.
Mientras sigan tomando tasas de rentabilidad neta que no obtienen en ningún lugar del mundo, será imposible dar el salto necesario para mejorar, en escala, la matriz distributiva: la formalización paulatina, con homologación de condiciones de trabajo y salario, del amplio contingente de trabajadores no registrados, con un tratamiento especial (?) de los trabajadores cuentapropistas que engrosan las filas de la economía informal.
Son esas ganancias las que pueden mejorar los ingresos los trabajadores y de la ANSES. Pero no son apropiables con comandantes como Zanola y Cavalieri.
Estos contundentes datos de empleo arrinconan los intentos de una comparación en términos negativos en cuestiones de pobreza y distribución del ingreso entre el actual período económico y el de la convertibilidad. El más mínimo sentido común revela que las condiciones sociales y la distribución del ingreso de los sectores vulnerables son hoy mejor que en los noventa por el sencillo motivo de que hoy tienen trabajo. A partir de esa base irrumpe el debate sobre los niveles salariales, derechos laborales y condiciones de trabajo en los establecimientos. Todas estas cuestiones requieren indudablemente un tratamiento más intenso para mejorarlas y así profundizar y acelerar la tendencia a la mejora en el reparto de la riqueza.
Nota completa acá.

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