"Pero más abominable aún que los imperialistas son los hombres de las oligarquías nacionales que se entregan vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la felicidad de sus pueblos". Eva Perón
domingo, 13 de diciembre de 2009
Son las huestes de la Bonaerense
Espectacular nota de Ricardo Ragendorfer sobre la debacle del segundo ícono de la derecha espectáculo argentina, el Motonauta Daniel Scioli.
El cronista expone las consecuencias de la estrategia del Ministro Stornelli, y del propio Gobernador, de restitución de facultades y poder a la mafia horrible de los Comis Bonaerenses, pasados de todo límite.
Consecuencias que en esta oportunidad fueron desatadas, en primera instancia, sobre la familiar Pomar: la nota trae truculentas revelaciones sobre el caso.
Tan bizarras, que da pudor reproducirlas. Agravadas por versiones canallescas sobre la naturaleza del hecho y la honestidad de la familia, versiones que surgieron de los investigadores y fueron propaladas por la prensa libre y morbosa de la Argentina.
El papelón generado en torno a la búsqueda de la familia siniestrada es un resultado preciso de aquella política de Estado. Durante la gestión de León Arslanián se montó un sistema de monitoreo telefónico con tres módulos. Uno para ubicar las llamadas al 911; otro permitía localizar teléfonos móviles en 60 segundos. Y el tercero disponía que cada comisario tuviera un Nextel siempre encendido, que permitía rastrear sus pasos. Al asumir Stornelli, por pedido expreso de los jerarcas de la Bonaerense para así evitar el control civil, este programa fue desmantelado. De no haber sido así, los Pomar habrían sido localizados en el mismo momento en que se radicó la denuncia por averiguación de paradero.
El rol de la fiscal Pollice –el apellido es pura coincidencia– no le va a la zaga. Basta recordar sus declaraciones hechas a 13 días del accidente: “La investigación está muy avanzada. Pero aún no hay resultados”. Ya se sabe que, en el vasto territorio bonaerense, la Justicia funciona como una simple auxiliar de la policía, además de depender de ella hasta para el traslado de detenidos.
No hay registros certeros –ni evidencias– sobre la cantidad de rastrillajes en la zona del hallazgo, como tampoco acerca del número de policías dispuestos para esa tarea. La fiscal habló de tres rastrillajes, mientras que la cifra expuesta por el subsecretario Starc trepó a ocho. Los vecinos del lugar, en cambio, sostienen que allí no se hizo ningún rastrillaje.
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