jueves, 5 de febrero de 2009

Políticas de empleo frente a la crisis terminal del capitalismo


Temas olvidados por TCM. Temas que nos apasionan: las políticas de empleo. Lo apasionante del asunto es la caducidad, la irrelevancia, la pobreza de los dispositivos de fomento para apalancar el desarrollo económico desde intervenciones específicas, con instrumentos ad-hoc.
Podemos clasificar estos instrumentos según el sujeto de subsidio: el trabajo, el capital y la producción. Nos referimos en esta oportunidad a los primeros, también llamados programas de empleo. Más específicamente a su particular de subsidio a la mano de obra en el sector privado.
La historicidad de las formas existentes complica su gestión. Los problemas puntuales son diversos: complejidad administrativa, desconocimiento de los instrumentos por parte del público empresario, absurdas metodologías de evaluación. En este último sentido, las mismas se desprenden de las normas que le dan existencia a los programas, y en general éstas cosifican a las personas beneficiarias al punto de ponerlas en el borde de la humanidad: deben ser pobres/indigentes, desocupados, feos, mayores de tal edad, con al menos cuatro hijos, demostrar que no comieron en los últimos tres días.
El beneficiario se constituye como un estrato social. Algo nefasto, que proviene de la matriz heredada del paso de Caro Figueroa y Carola Pessino en el Ministerio de Trabajo menemista, con una horda de técnicos formateados a criterio de los organismos internacionales de financiamiento que todavía contaminan areas de gestión de políticas sociales y de empleo en todas las latitudes del Estado y las ONGs.
Esta funesta patria consultora, reproducida en la miseria oficineril, se dedica hace años a focalizar las políticas de empleo y a estigmatizar al beneficiario, en vez de pensar como se universalizan los programas y se integran las poblaciones. Odiamos a la patria consultora, viven de la migaja del BID, y su función es impedir que las políticas públicas evolucionen a formas de participación popular concretas.
En la tilinga administración de la Ciudad, como ejemplo de este tipo de unidades de gestión, se destaca la Dirección General de Empleo y sus programas de subsidio a empresas para la incorporación de mujeres, discapacitados y de personas mayores de 45 años.
Claro que estos programas surgen de sendas leyes creadas en el Legislativo. Entonces ediles ignorantes y consultores parasitarios confluyen para implementar programas focalizados, agravados en su insuficiencia por la complejidad de gestionarlos.
Del presupuesto de transferencias con el que contó la mencionada Dirección General de Empleo en 2008, $5,7 millones, terminado el tercer trimestre (no están los datos del cuarto, todavía) se habían ejecutado...nada. No habían ejecutado nada los inútiles.
Indepedientemente de la justeza del subsidio al sector privado para incoporar mano de obra, algo por demás objetable desde lo conceptual, que incapaces que son!
En la web oficial del Gobierno se pueden apreciar la metodología de los programas y los requisitos para incorporarse a los mismos. Si sos mayor de 45 años o sos mujer o sos discapacitado, podés ir a trabajar a una empresa privada que te tome, y el Gobierno de la Ciudad, según una escala de incentivos, porcentuales del básico del convenio de la actividad de la que se trate, transfiere al empleador que contrate a los beneficiarios el dinero correspondiente.
Aberración conceptual e incapacidad son lo mismo, en este caso: se funden en una política, y funcionarios que la implementan, que no reparan en mínimos parámetros de pragmatismo y realidad.
La política de empleo de una derecha que se hace la moderna, pero que en la realidad nos lleva hacia atrás en el tiempo.

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