martes, 12 de enero de 2010

"Las reservas son de todos los argentinos..."


Entre las crónicas y análisis que se escribieron estos días, se destacaba esta columna de Alberto Muller en P12.
El especialista en Cuentas Nacionales de la UBA puso en su lugar palmarias pruebas sobre "intencionalidad" de Hernán Pérez, que en este caso operó en línea con AEA, Clarín, Duhalde, la embajada yanqui y infradotado que tenemos de Vicepresidente, en orden a lograr dos objetivos:
1. Sostener el nivel de dependencia (también geopolítico) del ahorro externo, por la vía de no permitir una estrategia de desendeudamiento conveniente.
2. Complicar la baja de tasa para el cambio de bonos de deuda, habitual en todos los países de la región (salvo Ecuador, que si bien cuestiona la validez de una parte, redujo su deuda recomprando a precio nominal menor bonos en manos de acreedores).
Para este año, los vencimientos de capital a renovar suman 13.700 millones de dólares, casi el 10 por ciento del stock total (además de 5100 millones de intereses). La estrategia gubernamental ha sido la de reabrir negociaciones con los holdouts, y eventualmente con el Club de París. Asimismo, ha decidido utilizar parte de las reservas para garantizar el pago de parte de los vencimientos, con el Fondo del Bicentenario. El objetivo explícito es lograr que la tasa de interés baje sustancialmente, para alejar la perspectiva del default.
El titular (¿saliente?) del Banco Central parece haber tenido precisamente el propósito de dinamitar este objetivo. Más allá del desenlace institucional que tenga este episodio, el impacto obtenido en el ámbito de las finanzas es suficiente como para que probablemente no se produzca la baja en el costo del financiamiento. Dudamos de que Martín Redrado ignore cuáles son las consecuencias de su accionar, máxime cuando –luego de aducir que temía el embargo de las reservas por parte de los fondos buitre– expresó su desacuerdo con la afectación de reservas, “porque son de todos los argentinos”, en sintonía con los voceros de la oposición política.
A esto, estimamos, habría que agregar una eventual vendetta de las finanzas internacionales ante el default y el exitoso canje de 2005. Nunca está de más hacer tronar el escarmiento, para imponer presencia, tras el revés que implicó la profunda crisis económica mundial iniciada en 2007. La Argentina es seguramente un buen candidato, si no el mejor, como país de esos que pueden quebrar.

Completa acá.
Hasta ahí todo bien. Pero en su incursión por la política, como buen economista, da el giro acientífico: querer cerrar el sistema explicativo sobre la eventual falta de predicamento social del Gobierno, por medio del atroz: "es bruto y comunica mal".
"Una vez más, el estilo y la capacidad de comunicación de este gobierno están en gran falta".
Ya no alcanza con estos tópicos para explicar la insufiencia dinámica en el espasmódico modo de acumular "institucionalmente" del kirchnerismo.
Hace falta una kirchnerología.
Y volviendo, los costos de la jodita, bueno...ya sabemos quién los va a garpar.

No hay comentarios: