miércoles, 20 de enero de 2010

-Me salieron $2000, nada más...


En el mes de abril del año pasado, el Dr. Eric Martínez Torres, uno de los mayores especialistas del mundo en Medicina Tropical y consultor en dengue de la OPS, llegó a la Argentina para colaborar con el Gobierno Nacional en el combate contra la enfermedad.
En esa oportunidad, El Dr. Martínez Torres señalaba en una columna de opinión para la revista Noticias del día 10 de abril que los factores que coadyuvan a la expansión del dengue son diversos y de muy distinta naturaleza. Uno de ellos, de no menor importancia, es el del clima que influye decisivamente en la proliferación o disminución de criaderos del mosquito Aedes aegypti, responsable de la transmisión del dengue. En este sentido, el aumento global de las temperaturas en la última década ha provocado un desplazamiento de las fronteras climáticas hacia el sur y hacia el norte del planeta que redundó en que zonas antes libres del mosquito sean hoy aptas para su proliferación.
Hay, sin embargo, otros factores de enorme importancia en relación con la transmisión del dengue que son más susceptibles de responder a la acción humana inmediata: el acceso a servicios públicos básicos, como el agua corriente; la calidad de la vivienda; la educación y la prevención sanitaria, entre otros.
"Prevenir una enfermedad como el dengue –acotaba el especialista de la OPS- supone una importante inversión de recursos en estructuras que permitan el control del vector, el mosquito Aedes aegypti. Es necesaria la formación de equipos de trabajadores sanitarios que recorran cada barrio, cada hogar, desplegando tareas de promoción y prevención de las enfermedades vectoriales”
Y continuaba:
“Ese trabajo existía en nuestro continente cuarenta años atrás y aun antes, pero en la década de los años ’90 fue definitivamente arrasado”. “La privatización de los servicios de salud se tradujo en una desatención generalizada a la prevención”.
En efecto, los argentinos conocemos de qué habla Martínez Torres. Sin duda, conocemos la devastación del sistema de salud pública y nacional durante la década neoliberal. Pero, aquellos con algo más de memoria o de curiosidad histórica, conocemos también la potencia transformadora de una política sanitaria basada en la inversión de recursos para la prevención y promoción. La conocimos de la mano del Dr. Ramón Carrillo, primero secretario y luego ministro de Salud Pública y Asistencia Social, entre 1946 y 1954, durante los sucesivos gobiernos del General Juan Domingo Perón.
Los principios básicos que rigieron las acciones de Carrillo al frente del Ministerio fueron sintetizados por el propio General Perón:
1. Todos los hombres tienen igual derecho a la vida y a la salud.
2. No puede haber política sanitaria sin política social.
3. De nada sirven las conquistas de la técnica médica si ésta no puede llegar al pueblo por los medios adecuados.
Carrillo dividió el país en zonas sanitarias y planificó para cada una de ellas la atención especifica de sus problemas, procurando lo que denominó "centralización normativa y descentralización ejecutiva", es decir que todos en la órbita de la Secretaría de Salud (luego, del Ministerio) se regirían con las mismas normas y criterios, pero las decisiones y la atención directa quedaban bajo la responsabilidad de cada uno de los centros de salud, aun en el caso de los más pequeños.
El Ministerio desplegó durante esos años una enérgica actividad de prevención, que contemplaba el conjunto de las condiciones de vida de las personas
Durante la gestión del Dr, Ramón Carrillo, el presupuesto en salud se incrementó diez veces, y la mortalidad infantil, que en 1945 era del 90 por mil, descendió a 56 por mil en 1954, mientras que la tuberculosis, que se llevaba 130 de cada mil argentinos en 1945, diez años después se llevaba 36 de cada mil. Además, fueron erradicadas, en sólo dos años, enfermedades endémicas como el paludismo, con campañas sumamente agresivas. Prácticamente desaparecieron la sífilis y las enfermedades venéreas y se terminó con epidemias como el tifus y la brucelosis.
El artículo del Dr. Martínez Torres en la revista Noticias se cerraba con una impresión optimista frente a las tareas emprendidas por el gobierno nacional para combatir al dengue.
Pero, ¡claro! Toda esta antigualla quedaría de inmediato desacreditada y el optimismo del Doctor se reduplicaría si hubiera conocido esta iniciativa emprendida por el Gobierno porteño hace apenas unos días: ¡robots chupa-mosquitos en el Jardín Botánico! ¡¿Cómo no se te ocurrió, Eric?! ¡¿En qué estabas pensando, Carrillo?!
El proyecto piloto consiste en la instalación, en el Jardín Botánico "Carlos Thays", de dos trampas de última generación diseñadas en los Estados Unidos. Estos dispositivos tienen la capacidad de atraer y atrapar mosquitos en un radio de 2.000 m2. Funcionan a través de la producción de CO2 (dióxido de carbono), como el producido por los humanos al respirar.
"Este novedoso sistema nos posiciona a la vanguardia en la lucha contra el dengue y los mosquitos que lo transmiten. Es un paso más en la búsqueda de soluciones alternativas y se suma a todo lo que venimos haciendo para llevar tranquilidad a los vecinos", declaró el Ministro de Ambiente y Espacio Público, Diego Santilli.
"Más de 90 ovitrampas de las 210 que hemos instalado dieron positivas en las últimas horas. Y este es un paso más en la lucha de la Ciudad contra el dengue. Estamos utilizando tecnología de punta", explicó el funcionario porteño.
Las trampas de mosquitos basadas en CO2 (dióxido de carbono) ya fueron implementadas con éxito por gobiernos nacionales y autoridades locales en los Estados Unidos, Australia, Corea del Sur, Canadá y Brasil, entre otros países.

Infobae, 17/01/2010
Fuentes
Osvaldo Vergara Bertiche, Colección "Cultura y Nación" - Declarada de Interés por la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe. Edición de Análisis Cuadernos de
Revista Noticias, 10 de abril de 2009.

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