"Pero más abominable aún que los imperialistas son los hombres de las oligarquías nacionales que se entregan vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la felicidad de sus pueblos". Eva Perón
martes, 31 de marzo de 2009
Sociología furiosa
Con una nota titulada "Horacio Gonzalez furioso", el medioweb lapoliticaonline transcribe el texto publicado en el blog Artepolítica, en la que el sociólogo peronista responde a la Revista Noticias, su estrambótico análisis sobre los intelectuales del kirchnerismo.
El medio amarillo había publicado un texto que mereció la respuesta minuciosa del Director de la Biblioteca Nacional.
Texto completo aquí.
"La pregunta sobre como se financia la “usina” pertenece al campo del amarillismo semiológico: algo se haría en sigilo, a nuestras espaldas, y necesitamos saberlo. Dicho en otras palabras, este periodismo del bajo folletín es también una degradación de la investigación periodística, convertida en una transposición de lo que se llamó así en el pasado inmediato. No desentrañar secretos y olvidos que afectan a una verdad, sino enmarañar la verdad para que se olviden los efectivos poderes que están en juego. La vieja expresión, amarillismo, forjada hace casi más de un siglo, presupone trabajar con el color más intenso para despertar las sospechas oscuras del folletín."
"Y así, rostros al borde de piscinas, fotografiados en sus casas para mostrar las vidas aprobadas, vidas hedónicas que son un signo de oscuro consuelo –antiquísima técnica de los poderes monárquicos, feudalismos que el gran periodismo, verdaderamente crítico supo desnudar y superar- conviven con los rostros de los investigados, de los que cada domingo van a ser enviados al cadalso por Noticias y salvados en el purgatorio de Caras. Estos dos hemisferios complementarios posee la ideología de Fontevecchia. Todo cuanto trata presupone la condena o la salvación de un rostro. Ha descubierto algo fundamental, manejado turbiamente: las caras (o las noticias manejadas como rostros) son nuestro paso por el mundo. Verlos en un trono (“cómo vive tal o cual”) o afichar la ciudad con las fisonomías réprobas (“quién los financia”) es un grosero pensamiento. Amarillento, pegajoso, craso."
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