lunes, 22 de diciembre de 2008

"Mientras miro el mal tiempo que muestra el ventanal..."


Si bien sabemos que estos animales directores de la Ciudad, van a tientas, la verdad es que nosotros estamos igual de perdidos que ellos.
En su rol de mera transmisora de los deseos de poderes que se ocultan en la privacidad del silencio, pero que saltan enseguida si les tocan el grilo, Gabriela Michetti, el experimento electoral más peligroso de la derecha, se mandó la picardía de mostrarse disidente y gritona. Sea cierto o nó, filtración o maniobra de prensa, el intento tiene que ver con la tensión inevitable que conlleva gestionar para las minorías y pretender ser votado por una mayoría.
El desconcierto opositor es tan dramático, y su gestualidad tan ficcional, que estas escaramuzas pasan desapercibidas. Sin perjuicio de ello, el rasgo más alentador para este gobierno, es el desinterés de la mayor parte de los habitantes de la Ciudad, que están embobados mirando la agenda nacional, la crisis terminal del capitalismo (¡¡?!!) y Bailando por un Sueño. El juicio del Grupo Clarín a la democracia, en su cumpleaños vigésimo quinto, contribuye a consolidar este clima de idiotez casi generalizada que permite a la derecha avanzar y avanzar.
Indepedientemente de los distintos aportes que contribuyen a su caracterización, TCM no se conforma con lo que anda dando vueltas acerca de la naturaleza de este proyecto de restauración reaccionaria. Sabemos que tiene rasgos novedosos, pero no logramos precisarlos bien. Igual seguimos. Nos preocupa que vayamos detrás de los acontecimientos, venciendo el estupor y la sorpresa a base de la observación de una realidad que se vuelve tenebrosa.
La derecha tiene una chance. Pero la posibilidad, creemos, la van a dilapidar: ningún proyecto que vacía y vacía, sin parar y sin contemplaciones, palabras, presupuestos, hospitales, escuelas, símbolos, que vacía todo de todo no puede llegar a ningún puerto. El problema es el daño que puede ocasionar esta cultura de morondanga puesta a gobernar, sensibilizando con asfalto y piedritas la voluntad de un milloncito de porteños, que no saben bien para que sirve un gobierno local. Tal la magnitud de la confusión del electorado más culto e informado de Latinoamérica.
Reflexiones grupales, en un domingo nublado, a la espera de la ceremonia pagana del cronista de la postcontemporaneidad, que no sabemos bien a donde carajo nos lleva, y desconfiamos.

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