martes, 2 de diciembre de 2008

Extorsión, enajenación y renta


En su afán apalancador de la renta inmobiliaria, la derecha local intenta enajenar más y más patrimonio público, y disponerlo a emprendimientos privados. La perversa justificación para la venta de activos del dominio público de la Ciudad es incrementar la masa de recursos para inversión y obras en educación.
Esta modalidad discursiva provocadora puede perfectamente durar los tres largos años que le quedan de gestión, y por como administran de libertad, a la falange rentista.
“No arreglamos hospitales porque el gobierno nacional no nos deja endeudar a la Ciudad” y “no hacemos obras en escuelas porque la oposición no nos deja vender baratos los terrenos fiscales”, son dos de los tópicos más comunes del discurso.
En este tren, andan con la mirada puesta en unos terrenitos de los más caros del mundo. Son tres lonjas de Catalinas Norte, por ejemplo la estación de servicio de Madero y Córdoba. Todas propiedades fiscales.
Luego, pueden avanzar sobre lo relevado por la consultora que gane el concurso sobre el que les comentamos el otro día. Igual para esto necesitan el trabajoso consenso del Poder Legislativo.
La normativa adicional que tienen que modificar es la que les permitirá a los desarrolladores elevar torres de 150 metros, para tocar el cielo de la renta extraordinaria. El texto del proyecto ya lo tienen, obvio. No deja lugar a dudas sobre las características de las construcciones futuras del emplazamiento y le pone cifras exactas a la cantidad de metros cuadrados edificables: 147.000 en total.
En general los desarrolladores inmobiliarios operan con una relación entre inversión y valor bruto de la venta final de dos veces y media. Claro que si en la tasación de los terrenos estatales median los generosos especialistas del Banco Ciudad (ya avisó ayer HRL – HDRMP), este coeficiente puede elevarse.
El valor de venta del metro cuadrado en la zona (prime) es del U$D 3.500: oficinas chiches bombón para empresas chetas. Entonces agotando las posibilidades que ofrece la norma, el negocio final asciende a la friolera de U$S 514.000.000. Nuestra fuente, en esta oportunidad, es la notita de P12 del sábado pasado sobre la que ya nos referimos ayer.
TCM adeuda una interpretación económica sistemática de este proceso de renta de extraordinaria. Nuestra capacidad de investigación sobre la naturaleza de este fenómeno está limitada porque las cifras ya no entran en la calculadora convencional. Sin perjuicio de ello, urge una explicación científica de estas “inversiones de riesgo”, que siente las bases para justificar su prohibición lisa y llana, o para la legislación de un gravámen cuasi prohibitivo, que las desincentive.
Con los $300.000.000 (pesos argentinos) que queden para el erario, luego de la venta de los terrenos, van a comprar caloventores para las aulas frías y ventiladores de pié para los quirófanos calurosos.

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