domingo, 14 de diciembre de 2008

Heladeras 1 - Consumo popular 0


El tema de la semana es la política económica contingente frente a la crisis internacional, que no es financiera, sino geopolítica, y radica en la imposibilidad de seguir sosteniendo en afán consumista yanqui, de toda índole, con el trabajo y/o el hambre y/o la muerte de los pueblos del mundo.
La crisis se manifiesta primero en el sistema financiero por sus características de instantaneidad frente a los estímulos: un asiento contable se pulsa desde Nueva York a Londres apretando un botoncito, una máquina para producir laminado de hierro tarda en comprarse, instalarse y ponerse a producir.
La discusión sobre cuánto de política monetaria y cuánto de política fiscal se da en la Argentina y en todo el mundo. Afortunadamente los economistas liberales y los organismos internacionales de crédito carecen de autoridad para opinar en la materia, pero desafortunadamente no hay voces reconocidas proponiendo formatos de intervención novedosos y adecuados para que los costos de la crisis no sean pagados por los asalariados, y peor, por los excluídos.
Las consecuencias en la Argentina deben pensarse en el contexto de las particularidades de su historia.
TCM repasa algunos tópicos indispensables, aún si orden de importancia y jerarquía:
1. En la Argentina no existe una burguesía nacional que haga de soporte a una estrategia de desarrollo. La Unión Industrial Argentina, por caso, está conformada por un núcleo minoritario del capital interno, sus integrantes no piensan sino en la manera en que serán subsidiados: tipo de cambio alto, incentivos directos, desgravaciones impositivas, toda una batería de ayudas que, entre otras cosas, permiten que sigan siendo ineficientes en el plano productivo. Los esfuerzos del empresariado nacional para mejorar su tecnología y sus procesos son quasi nulos.
2. Distintos estudios observan que el 85% de la riqueza que producen las primeras 500 empresas en la Argentina se da en establecimientos de capital transnacional. En un contexto de crisis mundial, estos grupos hacen según los dictámenes de sus casas matrices, desentendidas de lo que aquí ocurre.
3. Desde la derrota de la iniciativa de la Resolución 125, las políticas del Estado Nacional se implementan pensando en como mantener la pax con este empresariado no nacional. Esto se justifica en el hecho que no destruyan puestos de trabajo, principal valor del imaginario kirchnerista y de la sobrevida del modelo. Si bien la nacionalización plena del sistema pervisional constituye un elemento de centralidad, el uso de los recursos financieros resultantes puede, o nó, tener un carácter novedosamente productivo, según como se inviertan.
4. Aunque el consumo de los sectores medios y altos sea una parte más que importante de la demanda global, el temor a encarar un enfrentamiento sostenido con este sector social socava la voluntad de Gobierno Nacional para dirigir los recursos fiscales a una estrategia contingente paliativa de la pobreza e indigencia crecientes, aún cuando desde el punto de vista electoral sean éstos, sus sectores más leales.
5. Los salarios reales de los casi 3 millones de nuevos puestos creados desde 2003 son los más bajos de la historia.
6. El Estado Nacional, en estos últimos cinco años, no regeneró su capacidad material y su inteligencia para actuar como vector del desarrollo, sigue siendo raquítico y bobo a la hora de empujar acciones de escala, con resultados efectivos en el nivel mesoeconómico.
7. La CGT representa realmente sólo al 20% de la clase trabajadora: dos de los once millones de trabajadores. Sus políticas atienden la mejora de la situación de este segmento, aún cuando sus intereses entren en contradicción con todo el resto de la clase.
8. La CTA no se ha constituido plenamente en el eje orgánico de representación del conjunto de la clase: por errores propios sí, pero fundamentalmente porque la CGT forma parte del dispositivo político institucional del kirchnerismo, y actúa como mecanismo clave del control social de una sociedad absolutamente fracturada. De ahí que vergonzosamente no haya sida habilitada siquiera su personería jurídica.
9. La oposición política se vuelca palmariamente a políticas aún más regresivas que las del kirchnerismo. Los sectores críticos pero aledaños al proceso abierto el 25 de mayo de 2003, no encaran seriamente una política de unidad, de contenidos y de convocatoria intersectorial que desequilibre el tablero.
10. Las recientes medidas de apalancamiento del consumo de los sectores medios y altos, vía baja del costo del crédito, no tienen escala (1% del total del consumo), parecen más bien dirigidas a cuidar las mentadas expectativas. Encima no se trata de nuevo dinero en circulación sino de la redirección de los recursos depositados con los que ya contaba la ANSES.
11. La renta minera, petrolera, acuífera y otras que provienen de los recursos naturales son expoliadas con la connivencia del Gobierno Nacional y la liga de gobernadores: su apropiación plena significaría la posibilidad de resolver el lado fiscal de una política de ingresos para los sectores de ingresos fijos y los pobres.
12. Inexplicablemente el Gobierno Nacional sigue pensando en achicar el stock de deuda externa, que no significaría otra cosa que importar el costo de la crisis de los países acreedores a la Argentina, en un contexto de achicamiento del superávit fiscal que parece inevitable, por la desaceleración de la actividad económica.
13. El progresivo avance de los sectores más regresivos de la estructura del PJ, sobre la conformación del kirchnerismo como fuerza política, refuerza la tendencia de no modificar los aspectos estructurales del problema, y acompaña prebendariamente los rivetes paliativos, peligrosamente insuficientes para enfrentar una coyuntura harto compleja.
Entonces, resumiendo: para TCM hay más preguntas que respuestas en medio de todo este entuerto.
No imaginamos que poder volcará la tendencia de las medidas, hacia lo que planteó Yasky el viernes: poner el dinero en el bolsillo de los pobres, los jubilados y los trabajadores, y que estos lo gasten como se les ocurra. Esperamos que el propio kirchnerismo retome la línea de sus primeros cuatro años, en este sentido.
Tampoco imaginamos a la clase media, con más coches y lavarropas, votando masivamente al kirchnerismo el año que viene.
Ni queremos imaginar que haría el macrismo si le tocara gestionar estos conflictos.
Tampoco queremos imaginar como comentarán los medios de comunicación y Daniel Scioli el recrudecimiento de las consecuencias de la desigualdad, que inevitablemente se profundizarán, si dejamos que la opción sea heladeras vs. consumo popular.
El hecho de ser peronistas nos hace pensar que, aún con todo este antecente, el Gobierno Nacional nos salva de cosas peores.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que Yasky habló para el sector que hegemonizaba la convocatoria de la marcha contra el hambre. Me pareció un excelente relato de la nueva división Norte-Sur, producida con la debacle económica internacional. Pero sentí -estuve en la Plaza- que evitó con gran muñeca dirigente, que algunos sectores le recordaran sus encuentros con Moyano. Sabía que no era la reunión de Carta Abierta en la Biblioteca de H. González.
La nueva actitud del grupo Clarín, aplaudiendo las últimas medidas (ver tapas de ayer y hoy), son un síntoma preocupante de la encerrona K: alharaca pública de mensajes para una clase media que desconfía, y agravamiento de la pobreza y la marginalidad. Junto al cóctel que significa la institucionalidad de los gobiernos provinciales, más cerca de Blumberg que de Zaffaroni (ejem), conjuga una pérdida del rumbo iniciado en el 2003.