domingo, 22 de noviembre de 2009

Código Cachafaz


Allí parece ahora encerrado Mauricio Macri. Hasta ahí llegó empujado por su impericia para ordenar el armado de la nueva Policía porteña. Creyó, erróneamente, que se trataba de un jardín de infantes. De pronto aparece atrapado en una red de espías y espionaje cuya dimensión aún se desconoce. Está la Policía Federal, la SIDE y servicios privados de inteligencia. Hay quienes aseguran que ese armazón tendría otra pata: los Servicios de Inteligencia Naval (SIN) que estarían colaborando con la anuencia de un ministro porteño.
Desde que Macri se empecinó con la creación de su propia Policía Kirchner lo apuntó. La Policía Federal no quiere otro cuerpo armado en el distrito. Esa Policía depende de Aníbal Fernández, el contendor directo del ingeniero. El ministro de Justicia y Seguridad, Julio Alak, es un espectador. El jefe de Gabinete tiene incontinencia con las palabras y las desmesuras. Comparar este escandalete con el Watergate y a Macri con Richard Nixon pareciera una mofa a la historia. También insiste con su manía de decir cosas que no son, como ocurrió con la visita ahora probada de Guido Antonini Wilson a la Casa Rosada. Su actuación se complementa bien con la del juez Norberto Oyarbide, quien olvidó las causas de corrupción que tramita de la administración kirchnerista para dedicarse al espionaje de Macri.
La defensa del jefe porteño también resulta débil. Nunca pudo explicar la presencia de Ciro James ni su vínculo con el comisario Jorge Palacios. Responsabiliza de todas sus desgracias a los Kirchner. Cristina lo acusó de no hacerse cargo del escándalo y de apelar a la devoción argentina por la culpa ajena.
Idéntica devoción que cada día muestran la Presidenta y Kirchner cuando encienden una radio, la televisión o leen un diario.

Uno de los diarios que protege al Oreja de Barrio Parque, sin dudarlo, es Clarín.
La contienda que el medio sostiene contra el pueblo argentino, hoy representado por la administración Cristinista, es irreductible.
Pero ello no evita que se trate de un error editorial, que en definitiva y sumado a otros muchos, terminará por fundir a este amigable formato papel que engalana los desayunos de muchos hogares argentinos.
No puede, este gigante pasquín, hacer caso omiso al descontrol desastroso que desató el Qué Estoy Haciendo Acá de Barrio Parque; es una irresponsabilidad, una falta ética tremenda.
Se usan los delitos del Desgraciado de Barrio Parque para hilvanar un texto y cachetear al Gobierno Nacional.
Hable del quilombo que armó el Cuñado Barrioparquense, Montonero Van der Kerkoff!
Luego péguele a Cristina, que el día que lo dejen de hacer nos vamos a preocupar.
Editorial completa acá.

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