domingo, 2 de noviembre de 2008

Festejos con un elefante y un dinosaurio


Una multitud de chetos garcas se convocó para ver la final del Torneo de la URBA, ayer en San Isidro. Se enfrentaban el Hindú Club de Juan Pablo Piccardo, que nobleza obliga, revistó en sus filas como destacado apertura, y el Newman del Garca. Ganaron los primeros por 22 (veintidos) tantos a 10 (diez).
Todo el Torneo estuvo auspiciado por una notable marca de coches alemana, que no es la que aprovechaba para arreglar listas negras con delegados de fábrica de la burocracia para que los milicos asesinen a los delegados combativos, sino la otra.
Al finalizar el cotejo los chetos de Hindú festejaron con una alegoría (ver foto) que nuestra sureña forma de pensar no logra interpretar; Piccardo estaba como loco, se lo puede identificar colgado del elefante en medio de un júbilo generalizado.
Pero el Garca, aguafiestas, lo arruinó. Entre la desazón por la derrota de Newman y una decididamente mala asistencia ceremonial (su equipo ya asciende a 19 nobeles garquitas, pero igual tiene deficiencias) se confundió otra vez. En la pantalla gigante del estadio hizo poner la placa de abajo, en el marco del programa, que les comentáramos el otro día, sobre innovaciones en la pauta publicitaria de la Ciudad.



Y comentó por altoparlantes a la fervorosa parcialidad de Hindú:
- Imagínense lo bueno que era entrar con la Chev...69 a los setenta, que cuando lo hicimos estaba lleno de zurdos, y cuando salimos casi no quedaba ninguno - afirmando nerviosamente con cabeceos hacia la derecha y el mentón hacia adelante, su gesto típico.
Esta vez el chetaje multitudinario escuchó indiferente y siguió festejando. Los anunciantes institucionales del Torneo se sienten defraudados por la maniobra, ideológica, pero inesperada del Garca.

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