sábado, 22 de agosto de 2009

Distribucionismo populista, te queremos


El "tema" de la asignación universal a cada niño de la Patria amenaza con desplazar a Julio Grondona de las grandes marquesinas mediáticas.
Si bien no está cerradito el número que se necesita para cubrir a todos los pibes hijos de desocupados o trabajadores en negro, con una asignación familiar igual a la que ya perciben, hoy, los padres "trabajadores en blanco", el monto es oneroso fiscalmente.
"Es un desafío legislativo salir de la inercia postelectoral y trabajar en cuestiones de Estado como ésta, que es fundamental para la inclusión social”, afirmó Recalde a Página/12. El abogado laboralista de la CGT es autor de uno de los proyectos que apuntan a cubrir esa deficiencia. Aunque su alcance se limita a los desocupados y a los trabajadores en negro, quienes contarían –según el proyecto– con algún tipo de protección legal porque los propios trabajadores no registrados tendrán que denunciar su situación irregular para acceder a la asignación."
Nota.
Como programa social, bárbaro: cada pibe por medio de sus padres recibe la asignación y se rompe la discriminación funesta que saca del sistema a los que más la necesitan: los hijos de los trabajadores precarios. Luego los padres tienen que justificar los controles sanitarios y la escolaridad de los niños, una manera que el Estado se acerque a su vida más comprometidamente.
Pero como se plantea en un país en el que todavía existe un imaginario eje ordenador de la sociedad "en torno al trabajo", la discución que se abre es que el Estado pasaría a contar con una denuncia individual de trabajo en negro, informal o precario de cada uno de los trabajadores que no perciben la asignación.
Si bien esto no será gran novedad, sistematizaría la información sobre el negativísimo fenómeno del trabajo precario.
El magmático conglomerado de trabajo en negro, economía informal, el averno de los microemprendimientos, pasaría a contar con un registro activo y necesario para liquidar el beneficio de referencia.
Ahora, además de declarada política social, una transferencia de $7500 millones a la base de la pirámide salarial pasa a morigerar las diferencias entre los trabajadores de la cúpula y los "negros" de la base.
Desde 2003 esta primavera populista lidió con el problema de la informalidad y el trabajo no registrado incrementando el salario mínimo formal, luego con un delay de meses, ese incremento se traslada a los no registrados y así se van actualizando sus salarios, aunque en inferioridad de condiciones con los representados por la CGT, que avanzan a ritmo de paritarias para recuperar lo perdido con respecto a la inflación.
Los límites al bienestar que impone la situación de precariedad de la mitad de la fuerza de trabajo no see pueden romper sino cambiando la estructura productiva: no alcanza controlar precios, no alcanza la asignación universal, porque el problema no es distribucionista, esta en la estructura productiva el problema.
En la foto que engalana el post, Cristiano Ratazzi Agnelli es visitado por el Recaudador de la Corona para que ponga su rentabilidad extraordinaria para que se pueda pagar el subsidio.
A falta de productivismo, bienvenido sea el distribucionismo populista.

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